Conozcamos Nuestra Mente

¡Nuestra mente debe ser nuestra aliada!

Mente Consciente: Encargada, entre muchas otras cosas, de evaluar la información que le llega desde afuera, aceptándola o rechazándola. Constituye entre el 5% y el 10% de nuestra mente.

Mente Inconsciente: La parte más arcaica e instintiva de nosotros y tiende al placer. La censura no permite el paso de estos contenidos a la mente consciente. Sólo se manifiesta en actos fallidos, sueños, etc.

Mente Preconsciente o Subconsciente: No puede rechazar nada porque no distingue entre lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo. No conoce el sentido del humor. Acepta todo lo que le llega sin pasar juicio de valor y lo toma tal cual es. Actúa el 95% del día y recibe 40 millones de estímulos por segundo. Es la que reprogramaremos para cambiar nuestro futuro.   

Reprogramaremos nuestra mente preconsciente o subconsciente, entre otras cosas, con visualizaciones positivas: esto es imaginar lo que queremos o soñamos, como ya realizado y sentirnos en consecuencia. ¿Por qué hacer esto? Porque cuando imaginamos que estamos haciendo algo, se activan las mismas áreas del cerebro que cuando lo hacemos realmente. Por lo tanto es vital imaginar lo que queremos y no lo contrario. Aunque esto parezca obvio, no nos damos cuenta, pero hay cantidad de veces que ponemos más atención en lo que nos atemoriza y paraliza, en lugar de incrementar la confianza en nosotros mismos. En mi libro hablo de Jury Chechi, gimnasta italiano con medallas de oro que nos revela algunos de sus secretos para alcanzar el éxito.

El Humor es Cosa Seria

Empieza ya... Sonríe 

El solo gesto de sonreír ya ayuda, pues el cerebro responde a la orden de los músculos que le indican que todo marcha bien.

Las personas alegres e ingeniosas pueden dominar mejor situaciones difíciles y superarlas con mayor facilidad.

Cualquier clase de humor no nos beneficia, por lo tanto sólo tendremos en cuenta el humor cuya finalidad es buena y productiva.

También la gratitud tiene ventajas insospechadas puesto que, al comprender que poseemos infinidad de regalos cotidianos, nos sentiremos afortunados y si persistimos en esa sensación, abordaremos el día y sus asuntos, con una actitud optimista y enérgica.

Con un toque de buen humor podemos convertir un tropiezo o un contratiempo en algo llevadero que pesa menos, que apenas se nota o, mejor aún, transformarlo en un recuerdo gracioso.

Reírse de uno mismo es un sano indicador de no temer al ridículo y de mente abierta. Y atención a esta diferencia: no es lo mismo reírse <con> los otros, que reírse <de> los otros.